domingo, 27 de marzo de 2011

Daltonismo y utilización de los recursos naturales

José R. Casermeiro, Antonio De Petre, Estela Spahn


Daltonismo es un defecto genético que consiste en la imposibilidad de distinguir los colores (es muy frecuente confundir el rojo y el verde y tener matices de otros colores).
Con muy buena intención se ha realizado un ordenamiento territorial basándose en los colores para definir categorías por ejemplo Categoría I (rojo) sectores con bosques nativos de muy alto valor de conservación que no deben transformarse. Categoría II (amarillo): sectores con bosques nativos de mediano valor de conservación. Categoría III (verde): sectores con bosques nativos de bajo valor de conservación que pueden transformarse parcialmente o en su totalidad dentro de los criterios acordados por Ley 26.331. Sin embargo a la hora de determinar o aconsejar sobre los sitios que se deben conservar o adaptar a las condiciones exigidas al cumplimiento de estas medidas, se dejan de lado o son muy aleatorias. De ahí es donde surge el daltonismo en la mirada de quienes trabajan o intentan ocupar espacios vedados no solamente por algún instrumento jurídico sino por leyes ecológicas y socio económicas.

Hay solamente un solo gran interés mercantilista y es dejar de lado el bosque y sus árboles.
La Argentina y especialmente la provincia de Entre Ríos por las características propias de sus suelos con alto contenido en arcillas expandibles necesita de sus bosques y pastizales nativos.
Los procesos que originaron la vegetación y las condiciones ambientales adecuadas para que el mundo sea habitable tardó millones de años. El mundo es un gran sistema natural en donde se interrelaciona el suelo, la vegetación y el clima entre otros componentes. La falta o la fuerte alteración de uno de ellos traerán efectos irremediables en los otros.
El funcionamiento de estos ecosistemas en forma armónica nos brinda servicios tales como purificación del agua y del aire, regulación climática y control de erosión, recursos genéticos, alimentos para el ganado y las personas, materiales de construcción, combustible, productos bioquímicos, ciclado de nutrientes, y protección del suelo, mantenimiento del adecuado funcionamiento de las cuencas hídricas, alimentación de los cursos de agua, ríos, arroyos, otros humedales de superficie, alimentación y mantenimiento de los acuíferos contribuyendo a la atenuación de extremos ambientales de tipo físico: sequías prolongadas, heladas, vientos, insolación, temperaturas elevadas, grandes tormentas e inundaciones.
Todos estos servicios generan protección ambiental y bienestar, que le permite al hombre llevar una buena vida, vivir en forma segura y saludable y tener libertad de elección y actuación.
El aire y el agua que utilizamos no tienen fronteras son dinámicos y circulan por toda la biosfera; el suelo que cultivamos pasa de generación a generación o sea que lo pedimos prestado a generaciones futuras. Los habitantes de las ciudades son los principales consumidores de estos beneficios, aire puro, agua limpia y fresca más toda la gama de productos y servicios que brinda el bosque y el pastizal.
Al desaparecer el bosque y el pastizal también desaparece la fauna autóctona (ciervos, vizcachas, mulitas, ñandú, liebres, etc.) principal alimento de las poblaciones nativas.
Estos sistemas sufrieron fuertes alteraciones que disminuyeron drásticamente su productividad y diversidad. El sistema se simplificó productivamente en los últimos años a través de procesos conocidos como “agriculturización”, “sojización”, “pampeanización” y la generalización de especies transgénicas.

CONTRADICCIÓN. Esta situación es notablemente contradictoria cuando el Estado ha invertido cientos de miles de pesos para estudiar los suelos y agruparlos por su aptitud de uso, se observa que aquellos que son ganaderos, hoy por lo expresado más arriba, ¡cultivan!
Existe un protagonista central dentro de estos ecosistemas: el hombre y su familia. Estos convivieron milenariamente en los mismos hasta la actualidad, pero el avance de la “civilización” los desconoció y los expulsó de las tierras que ocupaba.
Esta acción es fuerte y despiadada y es tanto producida por la venta de tierras fiscales a privados y/o la extranjerización de las mismas (más del 7% del territorio argentino es propiedad de extranjeros: 21 millones de hectáreas) en donde participan grandes inversores de la banca extranjera quienes resguardan sus capitales de esta manera y ven como un gran negocio la producción de cereales en un mundo cada vez más hambreado. Nunca hubo tantas organizaciones campesinas y nativas en el país defendiendo sus derechos para proteger a sus familias buscando mantener sus medios de subsistencia, salud y educación, en ello les va la vida. Se busca imponer una cultura sobre otra.
Los entrerrianos tendríamos que visualizar un solo color en nuestras retinas y es el verde de los bosques integrados a las producciones alternativas y sustentabilidad del sistema.
La destrucción de los bosques genera pobreza social, ambiental y económica.

(*) Docentes de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la U.N.E.R (Universidad Nacional de Entre Ríos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario