lunes, 26 de diciembre de 2011

ENSOÑACIONES DE UNA ARGENTINA ECOLÓGICA





Bernardo Schifrín


Y los sueños, sueños son…
Sobre todo cuando lo que soñamos dormidos, versa sobre temas con los que soñamos
despiertos. No nos referimos a los sueños eróticos, u otros derivados de la represión,
más reprimidos vivimos, más soñamos dormidos y despiertos. Entre unos y otros se
deslizan sueños pedestres, la fortuna caída del cielo que nos permita escapar del yugo
diario al que estamos sometidos, o un cochazo espectacular, igualito al de la publicidad, del modelo que admiran todas las minas conductor incluido y provoca la envidia de los vecinos.
Tampoco nos referimos a los sueños familiares, por el que algún esquenún desgarbado y medio fiaca se transforma en m’hijo el dotor, no importa de que, sea por el prestigio del objetivo cumplido, después estará en él que sirva para algo útil, o sólo para ventajear.
O aquellos delirios de fama y popularidad que engordan el ego.
¿Entonces a que nos referimos? A los que nos permiten evadirnos de nuestra limitada
condición humana para volar en pos de ideales. ¡Minga de pretensión! Que también se da.
Corridos por el cambio climático y el deterioro ambiental, la ecología se ha puesto de moda, aunque excepciones mediante, es mucho lo que se charlatanea y casi nada lo que se hace.
En nuestros sueños entrevimos historias de gente que dedica grandes esfuerzos a producir en armonía con la naturaleza, aunque a veces no lo sepan ni ellos.


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Vergeles de cinco a diez hectáreas en los que descansa la vista entre los distintos tonos de
verdes de las hortalizas, y los rojos, amarillos o violáceos, de los tomates, berenjenas o
morrones y algunos frutales, limoneros, naranjos, manzanos. Separados de los lotes vecino
por diez a veinte metros de monte o pasturas naturales, para que los insectos que allí vivan
se alimenten con las plagas de los cultivos, esos escarabajos o juanitas que cuando éramos
chicos tratábamos cruzaran sus cuernos como si pelearan y luego cuando crecimos nuestra
incultura nos llevó a verlos feos hasta en los sueños, en vez de reparar en su utilidad.
Como en una buena película los monstruos se desvanecen sin dejar rastros, a lo lejos en
medio del lote, como a quinientos metros, divisamos una vivienda pequeña. Cuando nos
acercamos la encontramos rodeada de parrales que le brindan sombra y uvas, se nos hace
agua a la boca, algunos árboles también la embellecen, es más grande de lo que nos
parecía pero muy funcional, sin pretensiones ni derroches de mansión, dos dormitorios,
buen baño y un gran living-cocina-comedor, las ventanas contribuyen a iluminar sin atentar
por exceso de dimensión, contra la función aislante a las variaciones climáticas que debe
cumplir la vivienda humana. Sobre el techo paneles solares y molinillos eólicos alimentan
reservorios de energía para la iluminación nocturna, el bombeo de aguas superficiales para
riego y otros usos.
Donde termina el cinturón de huertas, otra franja de parque con especies autóctonas y
luego, diversas manufacturas que proveen a la zona cercana, reduciendo costos de transporte
e intermediación. Hacia el centro la población, cinco a veinte mil habitantes, centros de
salud, escuelas primarias, secundarias, técnicas, proveedurías, casas de cultura, esparcimiento,
campos de deportes y las sedes locales de las principales universidades del país.
Curiosamente hay pocos garajes y estacionamientos, dada las cortas distancias la mayoría
de la gente camina o se mueve en bicicleta, ambos buenos ejercicios. A un loco lindo, o
innovador se le ocurrió usar una cicleta, de una sola rueda sobre la que va el sillín, además
la rueda se dobla, para poder guardarla en cualquier cajón de la casa o del lugar adonde se
vaya, el equilibrio es más difícil, pero una vez practicado, aumenta la función deportiva; a
los jóvenes los entusiasmó la innovación y silban mientras pedalean, los adultos siguen en
dos ruedas y la gente anciana se anima a los triciclos.
La cercana estación de ferrocarril proporciona transporte confortable, por no hablar del
tremendo ahorro de energía y el abaratamiento de las cargas. Subsisten algunas líneas de
ómnibus que cumplen una función complementaria, y los camiones que transportan
contene-dores con carga, o mercaderías, desde y hacia vagones playos.
Entre las huertas, algunas granjas se dedican a la crianza de ganado, vacuno, porcino y
aviar, que se faena en el matadero y frigorífico del pueblo, las deposiciones de los animales,
compostado en los corrales es usado como abono en las huertas y hasta existe un
estableci-miento piscícola que proporciona pescado fresco.
La reducción de los envases descartables y del consumo de alimentos enlatados, contribuye
a disminuir los residuos domiciliarios, que se recogen por separado, a un lado los orgánicos,
por otro los plásticos, papeles o metales, unos se incorporan al compost (abono) y los
demás se compactan según sus características por separado para enviarlos a diferentes
establecimientos de reciclado.
También los líquidos cloacales son tratados y las fracciones sólidas y semisólidas enviadas
a un digestor que produce gas para distribución por la red domiciliaria, el resto que queda en
el digestor sirve de abono en las huertas.
Más allá de las huertas existe un anillo forestal de más de quinientos metros de espesor,
con especies de la zona, cuya explotación proporciona la madera necesaria al lugar. Pasado
el cual se encuentran los campos sembrados con cereales, básicamente para la
exportación, que aporta recursos económicos indispensables al país. Cómo en su cultivo se
emplean agrotóxicos y abonos desertizantes, se ha limitado su superficie a lo indispensable
y se los ha alejado de los centros urbanos. Asimismo en esta zona existen establecimientos
ganaderos que surten a establecimientos exportadores de carne, lácteos y derivados.
El despertar es agridulce, dulce por las condiciones de vida y producción de la mayoría de
los habitantes, y amargo por el daño que aún se infringe al medio ambiente y a los seres
humanos de otros países que consumen los productos de exportación. La ensoñación corre
el riesgo de convertirse en pesadilla.
El crecimiento de la producción de las huertas, chacras y granjas que respetan la ecología
permite obtener excedentes de alimentos saludables, es claro que para eso fue necesario
ampliar el asesoramiento profesional brindado por el INTA y otras instituciones, y realizar
la certificación ecológica por unidades zonales que dada su cercanía tiene menor costo.
Si se exportaran más alimentos ecológicos hasta podrían reducirse las tierras dedicadas a
producciones contaminantes.
La comercialización social de las producciónes permite que disminuya la influencia de los
grandes pools, y los recursos beneficien a mayor número de personas.
Los pájaros anuncian el comienzo del día, nos cuesta abrir los ojos.
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Los aborígenes han mejorado sensiblemente su nivel de vida, los tobas por ejemplo, cuando
se les otorgó títulos comunitarios de propiedad y vieron alejarse al fantasma de quienes
pretendían arrebatarles sus tierras, pretendiendo ampliar la frontera agropecuaria de
productos de exportación, aún a costa de la desaparición, de la disgregación de las familias
y comunidades, de la emigración o la muerte.
Como viven cercanos a cursos de agua, se les enseñaron prácticas ictícolas compatibles
con su cultura. Las comunidades cuentan con pequeñas lagunas artificiales en las que crían
las especies de la zona más aptos, según los biólogos, para su comercialización. Mediante
un ingenioso sistema de circulación del agua desde y hacia los ríos, consiguen alimentar
con plancton natural a los peces que crían en esas lagunas. Cuando alcanzan el tamano
requerido son acondicionados y refrigerados para su transporte fluvial.
Además han sistematizado la cosecha de vainas de algarrobo con la que producen harina
de gran valor alimenticio, en sencillos molinos a martillo, y el excedente lo venden a los
grandes centros poblados y hasta se exporta.
La educación bilingüe ha deparado maravillas, la diversidad cultural favorece el indispensable
equilibrio, desde hace tiempo los maestros pertenecen a su pueblo, y en poco más se
recibirán biólogos y médicos tobas. Con yuyos y procedimientos injustamente despreciados
enriquecerán el saber de la humanidad.
Parte de los aborígenes tobas residentes en las grandes ciudades han retornado, en
Rosario existía una gran comunidad toba, muchos de ellos albañiles y hasta maestros
mayores de obras, aportaron sus conocimientos para mejorar las viviendas; siguen siendo
de madera, un elemento abundante en la zona y muy apto en esas condiciones climáticas,
pero ya no ranchadas de palos entreabiertos con yuyos y ramas como techo, sino casas
confortables de tablones con buenos techos quinchados, puertas y ventanas. Afuera
disponen de cocinas y hornos solares, y de parrillas o fogones para los días nublados que
se alimentan con ramas de desecho o poda. Se usan menos molinetes y paneles solares,
pero hay algunos.
Están próximos a encontrar un enemigo biológico del tripanosoma cruzi, que habita el
intestino de las vinchucas y provoca el mal de Chagas. La población crece por el ascenso
del nivel de vida, las condiciones de salubridad y el aporte de los que habían emigrado.
Con el tiempo los intelectuales tobas enriquecerán su cultura, la escritura del idioma y las
manifestaciones artísticas.
La Confederación de los pueblos aborígenes que se sienten orgullosos de ser argentinos,
no solo vincula a las diferentes culturas originarias entre sí y con el resto de la población,
sino que también coadyuva a la integración de los países latinoamericanos.
Los Collas, aborígenes del altiplano, en el noroeste del país, también se han reagrupado
reincorporando a los que habían emigrado hacia donde encontraban trabajo, e incluso a
hermanos de la etnia residentes en Bolivia. Siguen cuidando la fauna del lugar en especial a
llamas y vicuñas, producen el exquisito jamón de llama con el simple recurso de dejarlo
secar en los salares, y los tradicionales ponchos, mantas y tejidos. Pero han intensificado
el cultivo en parcelas por lo general pequeñas, condicionadas por la disponibilidad de agua
de riego, además de las papas y maíces andinos, cultivan quinua y amaranto, cereales que
contiene proteínas de superior calidad a las del trigo, sorgo, soja, etc. La comercialización
de esas variedades, a precios diferenciales, los favorecen.
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Mientras tanto en un enorme edificio vidriado de la City, en el idioma por excelencia de los
negocios, se celebra una reunión entre capitostes de las grandes corporaciones multinacionales,
cerealeras, fabricantes de automotores, petroleros, formadores de opinión pública,
especuladores inmobiliarios, bancos y financieras, cadenas de grandes supermercados.
Se sienten desplazados por los pequeños y medianos productores que rodean a las
poblaciones, y los nuevos hábitos que ellos conllevan, e idean estrategias para recuperar el
terreno perdido.
Nubarrones, nubarrones…tormentas y cataclismos suceden al cielo azul de la ensoñación.
Y los sueños, sueños son.
(continuaremos soñando)
EDICIONES AGUA CLARA

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